MEJORAR LA CONDUCTA EN LA INFANCIA
Es desobediente!!, insulta con frecuencia!!, miente y se muestra agresivo con quienes le rodean....!!!
Estos son algunos de los síntomas característicos de los niños con problemas de conducta. Padres y educadores deben enfrentarse a tiempo a estos comportamientos perturbadores para evitar que se intensifiquen en la adolescencia. Para ello, cuentan con distintas técnicas y estrategias de modificación de conducta que, utilizadas con destreza, les ayudarán a controlarlas o eliminarlas.
Entre las pautas básicas recomendadas por los especialistas, destacan las siguientes:
- Claridad: cuando se dan instrucciones al niño, es importante ser claro y preciso. No es lo mismo decirle "pórtate bien" o "no te portes mal", que decirle qué es correcto o incorrecto.
- Coherencia y constancia: si los padres recriminan un comportamiento de sus hijos, deben hacerlo siempre que lo detecten, no en ocasiones, y ser conscientes de que el infante observa su entorno y lo imita. No sería correcto desaprobar una conducta que contempla de forma habitual en su familia.
- Consenso y complicidad: es necesario que todos los miembros de la familia o fuera de ella con responsabilidad sobre el niño apliquen las mismas pautas sobre su comportamiento. Todos deben permitir o no las mismas actuaciones.
Es fundamental partir de la premisa de que cada niño tiene su propia personalidad y sus hábitos conductuales pueden estar motivados por distintos factores, ya sean genéticos, ambientales o afectivos y emocionales.
Antes de aplicar cualquier técnica, hay que analizar con detenimiento las causas del comportamiento infantil y actuar en función de éstas, ya que algunas estrategias pueden funcionar muy bien con ciertos perfiles y, sin embargo, resultan ineficaces con otros niños.
A continuación, se exponen algunas de las técnicas usadas con más frecuencia en el ámbito escolar y en el hogar:
- Refuerzo positivo y negativo: se utiliza para conseguir que el niño se habitúe a una conducta positiva.Es aconsejable darle algo que le gusta cuando su comportamiento es adecuado y evitarle una situación o tarea que le desagrada. En ambos casos, obtiene un beneficio por comportarse de manera correcta y es probable que lo repita para alcanzar la recompensa. “Es necesario aclarar con el niño las conductas que se tienen que corregir y los premios que puede conseguir”
- Economía de fichas: esta técnica se utiliza tanto en grupo en el aula, como de forma individual en casa. Se aplica para favorecer el desarrollo de buenas conductas y disminuir las no deseadas. Consiste en trazar un plan junto con el niño para entregarle cuando efectúa las conductas pactadas de forma previa (recoger su cuarto, hacer las tareas, atender en clase,etc.). Si consigue un determinado número de fichas, las puede canjear por un premio mayor (una golosina, un juego o una actividad lúdica, entre otros). Es necesario aclarar con el niño qué conductas se tienen que corregir, así como los premios que puede conseguir, y reflejar su evolución en un cuadro u hoja de registro. Esta técnica se puede usar con la de "coste de la respuesta", que implica la retirada de fichas o reforzadores cuando se desarrollen conductas no deseadas.
- Tiempo fuera: se retira al niño a un lugar que carezca de estímulos positivos para él. Se utiliza ante rabietas o comportamientos inadecuados persistentes. Hay que apartarle a otro lugar de forma pausada y tranquila, mientras se le explica que cuando corrija su actitud podrá volver al espacio físico anterior. En los más pequeños, el tiempo debe limitarse a cinco o seis minutos. “Las actividades que más le gustan a un niño pueden utilizarse para reforzar otras que le resultan más desagradables”
- Principio de Premack: incide en que las actividades que más gustan a un niño pueden utilizarse para reforzar otras que le resultan más desagradables. Es una modalidad de reforzamiento positivo para aumentar la frecuencia de conductas apropiadas. Es imprescindible conocer las actividades preferidas del niño y utilizarlas como objeto de cambio por la conducta apropiada (ver la televisión si antes termina los deberes, aumentar las horas de uso del ordenador si no se distrae en clase). El objetivo es que el menor entienda que si hace las cosas bien se puede beneficiar, frente al hecho de saber que, si se porta mal, puede recibir un castigo.
- Saciedad: llevar al límite una conducta inadecuada del niño puede conducir a que una situación que, en principio, resulta agradable para él, se convierta en incómoda. La técnica de la saciedad puede conseguirlo. Le otorga a la conducta problemática el papel de recompensa, de modo que, usada de forma sistemática, el niño se canse de ella. Si un niño llora y patalea porque quiere ver la televisión, se le puede dejar todo el día delante de ella e impedirle hacer otras actividades. Si sólo quiere comer galletas, se le darán para desayunar, almorzar, merendar y cenar.
- Estrategia paradójica: esta técnica se utiliza como último recurso cuando no funcionan otras. Se pide al niño que realice justo lo contrario a sus expectativas, así se sorprende y se crea una situación de perplejidad. Si se le reprueba siempre una conducta, como no atender durante las horas de clase, una opción es darle permiso para no hacer nada durante toda la jornada y dejarle exento de cualquier actividad educativa hasta que sienta al final, por aburrimiento, la necesidad de seguir las actividades comunes. El objetivo es convertir en una obligación algo que le resulte agradable, para que así acabe por rechazarlo.
- El castigo El castigo es quizá el primer método en el que piensan los adultos ante una conducta no deseada de los niños. Esta técnica resulta efectiva en algunos casos y reduce las probabilidades de que el comportamiento inadecuado se repita. Sin embargo, si se usa de forma sistemática y en contextos que no lo requieren, puede perder eficacia, sobre todo porque no propone un modelo de conducta alternativo. Antes de aplicar un castigo es necesario tener en cuenta algunas pautas. En primer lugar, debe ser inmediato a la mala conducta, ya que es el único modo de conseguir que el niño comprenda qué se le reprueba y lo asocie al castigo. Es necesario también medir la proporción de la pena en función de la conducta. La levedad o gravedad de ésta determinará la de la infracción. Para que sea efectivo, quien lo impone debe mostrar al niño cuál es la conducta que se espera de él, contraria a la que se castiga. Hay que cuidar, del mismo modo, que no se asocie a una conducta deseada (recoger el cuarto, hacer tareas), para que el niño no la identifique como algo desagradable
Aquí os dejamos algunas plantillas que hemos elaborado para trabajar en el aula, algunas conductas que necesita trabajar el alumno en cuestión